Economía en España VII
En 1.994, la economía española se vio afectada por estos desarrollos: la reactivación económica internacional favoreció un aumento de la actividad en España y la inflación descendía, si bien de manera lenta. Sin embargo, los efectos sobre los precios, de la depreciación de la peseta en los dos últimos años, y la repercusión de la política fiscal (excesivamente expansiva), de 1.993, moderaron este descenso.
En este contexto, la programación monetaria para 1.994, optó por un enfoque prudente. No existía constancia por entonces, acerca de si las perturbaciones registradas en el crecimiento de la cantidad de dinero, tenían un carácter transitorio o respondían a factores e carácter más permanente. Por otra parte, aunque la estabilización de los mercados cambiarios era manifiesta a partir de otoño de 1.993, cabrían muchas dudas acerca de la persistencia de este periodo de mayor tranquilidad. Por consiguiente, no se planteó un cambio radical del esquema de objetivos vigente hasta entonces: se volvió a establecer una banda de fluctuación para ALP, aunque con carácter de referencia, y con una amplitud algo superior a la de años anteriores. Al mismo tiempo, se señaló la estabilidad cambiaria como un criterio básico para la estabilidad macroeconómica, una vez que las depreciaciones anteriores habían corregido los desfases de competitividad del pasado.
En cuanto al tono de la política monetaria, se abogaba por continuar de forma cautelosa, la adaptación de los tipos de interés a la situación cíclica de la economía, tendencia compartida por todos los países europeos, de manera que no se ejerciera una presión contractiva excesiva sobre una recuperación económica entonces incipiente, pero que, simultáneamente pudieran alcanzarse progresos adecuados en la reducción de los precios.
De acuerdo con estos propósitos, a lo largo de la primera mitad de 1.994, continuó el gradual descenso de los tipos de intervención que se había iniciado en 1.993, en un proceso que fue haciéndose más lento hasta finalizar en agosto de l.994, a medida que se consolidaba la recuperación económica y se advertía la tendencia del estancamiento de la tasa de inflación.
A este perfil de los tipos oficiales, contribuyeron también la aceleración progresiva del crecimiento de los agregados monetarios, a partir de la primavera, y el alza de los tipos de interés a medio y largo plazo, que denotaba un empeoramiento de las expectativas de los agentes, acerca de las perspectivas inmediatas de corrección de los desequilibrios (fiscal y de precios) de la economía española.
Por tanto, la política monetaria para 1.994, se planteó como un esquema de transición, en el que el seguimiento de la inflación y la valoración de su trayectoria a medio plazo cobraron una mayor importancia, aunque continuaron apoyándose en una referencia cuantitativa, en términos de ALP.
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